Naturaleza y Fotografía, dos aficiones en un sólo click. Me gustan, disfruto de ambas y quisiera mostrarsélas.

Mi empeño es acercar y divulgar ese entorno tan maravilloso que nos rodea, que está ahí al lado y que en ocasiones pasamos por alto. No sólo me refiero al campo en su máxima extensión, también a jardines y parques urbanos, esos mismos a los que acudimos para que juegue el niño ó corretee nuestra mascota, ¿se ha parado a "sentirlos"?, ¿ha percibido lo pleno que están de vida?

El ejercicio de esta afición me ha brindado la ocasión de conocer a compañeros de fatigas, grandes entendidos del medio natural, artistas todos ellos y mejores personas, siempre dispuestos a compartir sus conocimientos y experiencias con generosidad; a los que, ¿como no?, les agradezco su dedicación y esfuerzo para que yo me entere de qué va esto; de forma especial a Miguel Velázquez, José Mª Benítez, Sebastián Molano, Fran Rojo, Juan Manuel Breva, Rafael Zapata, Alejandro Jiménez, Abel Moyano, Antonio J. Palomo, Paco González, José Mª Carretero, Fernando Mostacero, Agustín Bruguera, Gonzalo Saavedra y Pedro Rodríguez.

viernes, 20 de julio de 2012

Me acuerdo de aquel Martín pescador

De vez en cuando echo la vista a lejanos días para recordar vivencias de niñez, allí en el pueblo donde nací y me crié; las escaramuzas en los sembrados de cereales (confieso que sentía una especial fijación en adrentarme en los sembrados de trigo), los partidillos en las eras, las excursiones al enjuto arroyo cercano a casa, las marchas al pequeño manantial cercano a la estación de tren, en el que me refrescaba en los días de calor.

Lo que más me gustaba era subir a la sierra del castillo (ahora cercada y repoblada de algún tipo de conífera), desde lo alto de esa sierra y oteando de espaldas al pueblo se podía contemplar una extensa llanura (por donde hoy pasa la A66). Desde ese lugar era muy fácil observar el vuelo de los buitres sobre un lugar al que decían el cementerio de los burros, buitres estos que se desplazaban desde la cercana Sierra de Hornachos.

Pero volvamos al arroyo, que transcurría entre moreras y algarrobos, allí ví por primera vez un pequeño pájaro, muy vistoso y con un vuelo endiabladamente rápido, hasta entonces para mí no había un ave más bonita que el jilguero (aún hoy sigue siendo uno de mis favoritos), pero desde luego esos colores anaranjados y turquesas, ese pico tan excepcional, llamaron mi atención, de tal forma que cuando podía me iba al lugar con la esperanza de volver a verlo, algunas veces me obsequiaba con una parada en algún junco en el que se posaba brevemente, lo suficiente como para poder observarlo, a vista desnuda y desde la distancia, con más detenimiento.

Hace unos años el compañero Miguel tenía controlado una zona, en la que era relativamente fácil observarlos y fotografiarlos con éxito, más recientemente gracias al también compañero Jose María he podido realizar algunas sesiones fotográficas; parece que insconcientemente tengo la necesidad de reencontrarme con esta especie al menos una vez al año, más aún, cuando voy de vacaciones a Huelva, tengo un  par de charquitas en las que disfruto con la compañía de tal singular especie.









UN SALUDO

3 comentarios:

  1. Hola Antonio,
    pues si lo que querías era ponerme los dientes largos, lo has conseguido ;)
    Vaya serie,....
    nos vemos
    Javi.

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  2. Precioso relato culminado con una serie excepcional. Que recuerdos me has traido leyendo tu post. te lo agradezco amigo mio. Saludos desde mi Terruño.

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  3. Vaya serie tan bien relatada y con unas tomas escepcionales.
    Muy buenas.
    Saludos.

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